lunes, 22 de marzo de 2010

ORLANDO GAONA, LA INCREIBLE HISTORIA DE UN GRAN TORERO ACOBAMBINO.

“ORLANDO GAONA , LA INCREIBLE HISTORIA DE UN GRAN TORERO ACOBAMBINO”
Dr. Moisés Tacuri Garcìa.




“Tu no jugabas a los toros, toreabas a la muerte
Para que todavía no te llevara.
Con tu portentosa muleta la traìas
Como zarcillo del engaño.
La muerte era tu estela mientras toreabas
Hasta que fue tu espada”

“Manolete”, De Juan Carpio Muñoz.
Ex-director del INC.


El nombre de Orlando Santibáñez Fernandez, yo sè que pocos han de conocerlo, pero este nombre guarda la historia mas grande e increíble que algun compatriota muestro haya podido vivir, escribo este artìculo consternado por la triste desaparición de un gran hombre que de tanto esquivar las cornadas de los toros, un 15 de enero del 2010 recibiò la mas feroz cornada, aquella de la que nadie nos puede librar, escribo como un justo reconocimiento al torero mas grande que haya enaltecido nuestra regiòn Junìn.
Un dìa de comienzos del 2008 hallè una nota en mi escritorio, la cual escuetamente decìa : “Comunicarse con Orlando Santibáñez, al Telèfono tal y apersonarse a la Avenida Odrìa Nº tal - Acobamba”, Fue mucha mi curiosidad, de conocer al citado Don Orlando, por que tanto era el misterio que se tejìa en torno a èl, me decìan que era una persona gregaria, con un alma de Ermitaño y que su corazòn se habìa quedado en España a donde añoraba volver, que habìa sido un torero de renombre en la madre patria, que
era un caballero de muy pocos amigos y tantas cosas màs.
Un Lunes por la mañana en esos dìas que la libertad es condescendiente con nosotros, lleguè a su casa a la salida de Acobamba, era una casa verde manzana y enrejada, toquè la puerta con no menos emoción y expectativa por todo lo que me habìan mencionado
de Don orlando. y la puerta se abriò asomando un señor de rostro algo adusto, cabello cano, con andar cansino pero soberano, erguido, con ese andar irrefutable de los toreros cuando salen en el majestuoso paseìllo. La primera palabra fue de disculparme
por mi impertinencia, luego me presentè y entonces su rostro se iluminò, como se ilumina el dia cuando sale el sol, ¡ Buen dìa maestro ¡, perdone mi osadìa por
inoportunarlo esta mañana, le dije, a lo que me contestò : ‘¡Hombree, Un taurino jamàs es una persona no grata para otro taurino, adelante ¡. Me hizo pasar a su sala convertida en un verdadero santuario del toreo, con fotos enmarcadas en sendos cuadros donde Orlando enfundado en precioso traje de luces se hallaba propinando estilizados lances de verónica con todos los vuelos de su capote extendidos hacia impresionantes toros en una plaza de España, en otra vista se le podia apreciar con con todo el garbo y aplomo de un torero de verdad dando la vuelta al ruedo victorioso y asimismo la foto de su esposa al lado de sus hijos no hacìan mas que engalanar este aposento, sonò un pasodoble del gran Manolo Escobar, esparciose la melodía por ese extasiante lugar y la increíble historia no se hizo esperar y asì fue como naciò una amistad entrañable a raiz del maravilloso mundo de la tauromaquia, en el poco tiempo que tuve el honor de conocerlo.
Don orlando Santibáñez naciò en Oroya un 17 de Febrero de 1,937, desde muy niño sintiò el llamado de la fiesta brava en cada una de las fibras de su corazòn, de padres acobambinos los que lo llevaron a Acobamba donde viviò su infancia y parte de su adolescencia, lo que le hizo amar tanto a Acobamba, tanto o mas que los propios ciudadanos de ese bonito distrito, segùn el me referìa, luego de sus estudios elementales en su hontanar nativo, emigrò como todos los que desean labrarse un porvenir como torero a la ciudad de Lima, fue alumno de Oscar del Pomar director de la Escuela taurina de Acho, donde perfeccionò su tècnica del toreo en la dècada del 50, allì transcurriò esa parte de su adolescencia entre carretones (cabezas de toros acoplados a una carretilla, con la que practican los aspirantes a toreros) llamadas de atención del maestro Pomar y la consabida competencia de querer ser el mejor entre tantos mozalbetes de su generaciòn de ese entonces.
Recuerda con nostalgia su alma inquieta por querer ser màs en ese duro planeta de los toros, Toreò en Acho en una novillada sin picadores con Juan Urquizo (conocido en nuestros predios como el “Cholo Urquizo”, torero valiente a carta cabal y Pedro Pacheco, con relativo èxito y como en nuestro paìs no se daba esa oportunidad de la continuidad de torear, emigrò hacia tierras ecuatorianas donde se le presentaron varias corridas donde lucir su esplendor torero, y es asì que la primera novillada sin picadores en el extranjero la realizò en Quito Ecuador
alternando con Samuel Sacristán, en una corrida organizada por Antonio Pimentel (ganadero y administrador), quièn le tendiò la mano en cuanta corrida pudiera este realizar, viaja luego a Mèxico, cuna de grandes toreros, donde tiene la gran dicha de conocer al “Indio Grande” Rodolfo Gaona (gran torero mexicano inventor de ese bonito y arriesgado lance de las “Gaoneras” ejecutadas con el capote a la espalda), Silverio Perez (conocido como “El faraón de Texcoco”), Lorenzo Garza, y tantos otros connotados toreros de esa bella època de los 50´s, pero su mente y su vida entera estaba puesta en España, ese imponente paìs donde los toros son “La fiesta Nacional”, ese paìs donde la sangre, el sol y la arena le dan una personalidad tan propia a la península ibèrica, pero como todo torero principiante se podìa decir que su mas grande peculio eran las ilusiones de triunfar.
Se apersonò entonces a la embajada de España en Mèxico, donde para su suerte el embajador aquel era un fanàtico por los toros, este le recomendò algunos amigos toreros y ganaderos que tenìa en su España natal y deseàndole toda la suerte del mundo (porque para triunfar en los toros es lo que màs falta hace al lado del talento innato con que cada figura del toreo nace), superado el escollo de la visa pensò como financiar ese viaje a España, sabedor de que en esa època los viajes frecuentemente se realizaban por barco durando esta onerosa travesía, nada menos que tres meses. y se le ocurriò la acaso feliz idea de viajar como polizonte o “pavo”(es decir escondido dentro del barco y sin consentimiento de los tripulantes y obviamente del capitàn de la embarcación), esperaba que los comensales del barco bajen sus desechos a esa especie de sòtano que tienen los barcos y èl aprovechaba los residuos en buen estado para alimentarse y no llegar no llegar a la inanición ante un hambre que agobiaba, entonces fue que hace un descubrimiento, ¡No estaba solo!, otro aspirante a torero de procedencia venezolana tambièn habìa tenido la ocurrencia de viajar tambièn de polizòn, siendo dos los osados aventureros, el alimento escaseaba y todavía faltaban muchas semanas para llegar a su destino, hasta que una noche se les ocurre, desesperados por no respirar la brisa marina y por estar tanto tiempo en la penumbra, salir a la cubierta del barco siendo entonces descubiertos por los marineros quienes los llevaron a viva fuerza al despacho del capitàn, quièn para su suerte era tambièn muy aficionado al arte de Cùchares (torero de antaño que estilizò las tècnicas de la tauromaquia) y en vez de enojarse, al escuchar de manoletinas, estatuarios y los lances de recibo a porta gayola (cuando el torero espera de rodillas a la puerta de salida del toro) sus ojos brillaron con animosidad y nostalgia y estas charlas se convirtieron en mùsica para sus oìdos. En las semanas restantes los tres formaron un trìo donde cada tarde, toros de todo tipo matizabann esas tertulias taurinas, ante los ojos estupefactos de los marineros, que pensaron que las medidas a tomar por el capitàn iban a ser de veras dramàticas (como mìnimo arrojarlos al mar para que los devoren los tiburones). Ambos maletillas (aspirantes a toreros) fueron empleados en labores de cocina y limpieza con lo que pagaban con creces una adecuada alimentación y una vida mas decorosa. Cuando después de tan pesado periplo, llegaron al primer puerto de España, Cadiz, a inicios de la dècada del 60, el capitàn generosamente les diò una partida econòmica y la firme promesa de que jamas dijeran que lo habìan conocido por que lo meterìan en problemas mayùsculos, desembarcaron por la puerta grande de sus sueños, hacia ese ruedo de la vida, los tablones del muelle del puerto de Cadiz fueron los ùnicos sonidos que les dieron la primera bienvenida a la maravillosa España, donde muchos toros negros tendrìan que ser vencidos para consagrarse como un torero realizado, luego de la separaciòn de su amigo de viaje venezolano, Orlando Santibáñez viaja a Còrdoba para ponerse a buscar a un afamado ganadero a quièn le habìa recomendado el Embajador de España en Mèxico, llega a las instalaciones de “Radio Còrdoba” donde los locutores lo tratan cordialmente y ante quienes se presenta como “Orlando Gaona” (apellido muy famoso en ese entonces del gran torero mexicano Rodolfo Gaona y con la sola pronunciación de ese nombre los españoles se ponìan de pie) , hace un llamado al ganadero sin embargo no recibe respuesta de este, cunde la desesperación, es allí cuando reinicia su bùsqueda, pero esta vez como su presupuesto se va quedando cada vez màs corto, lo hace a pie, por la carretera, en medio de ese abrasador sol español que puede quemar al cuerpo mas no la voluntad inquebrantable de quien quiere triunfar, esta caminata creò una inusitada expectativa en la prensa Española, tal es asì que un encabezado periodistico reza: “El Polizòn Caminante viene a España a Triunfar” (ello me consta por que vi una fotografìa de un diario español, donde se lo ve parado en la carretera que marca el kilometraje de la misma, con su maleta pequeña y con ese rostro exhausto por esa penosa travesía caminera.
Una vez arribado a la finca del ganadero, algo en èl habria descubierto este criador de toros de lidia, con ese ojo que solo lo tienen los entendidos, que le empezò a dar las primeras oportunidades, primero participò en la tienta de sus vacas (Es decir la prueba de la bravura y forma de embestir de las vacas que han de servir para ser preñadas por un toro padrillo o semental), una vez mostradas las cualidades de torero que Don orlando tenìa, este ganadero comienza a darle la ocasión de participar en sus primeras corridas en la madre patria ( habiendo tantos aspirantes españoles y de otras nacionalidades que pugnaban por surgir en este competitivo y arriesgado mundo del toreo) .
Toreò en diversos cosos de España, como en el Puerto de Santamaría, en Barcelona, en Còrdoba, Jaèn, etc. Por esos avatares del destino llega a la ciudad de Còrdoba, tierra de ese gran torero Manuel Rodríguez Sanchez “Manolete”( recordemos que este monstruo del toreo habìa fallecido en 1947, vìctima de la cornada de un toro de Miura llamado “Islero”), donde conoce a Manuel Rodrìguez Garrido “Palitos”, el cual era primo hermano de “Manolete”, de quièn se hizo muy amigo llegando incluso a ser su apoderado (representante de un torero) , este “Palitos” habìa sido torero y toreò al lado de “Manolete” en sus primeras corridas en Còrdoba, en Esija cuando “Manolete” se iniciaba en esta dura pero sublime profesiòn.
Una vez afincado en Còrdoba, y teniendo como apoderado a Dn Manuel Rodríguez Garrido “Palitos”, llegò a pertenecer al entorno de este ùltimo conociendo a una de sus hermosas hijas llamada Fuensanta, de la cual quedò prendado y como ya era un novillero que se iba haciendo conocido en el mundo taurino de España por su valentìa y su arte, hasta los diarios publicitaron esta relaciòn (de lo cual doy fè porque tuve en mis manos los recortes periodìsticos de los diarios españoles, donde decìan “Suenan campanas de boda para el polizon caminante”), el inevitable y sublime amor tocò sus puertas y Orlando contrajo nupcias en Còrdoba , bella ciudad de mezquitas y construcciones de ascendencia mora (pues los moros ocuparon una època esa regiòn de España), fue una boda sonada en cuyas fotografìas se aprecian los rostros de felicidad de la dichosa pareja, luego fueron a la tumba del gran “Manolete” a pedirle que desde el infinito el Califa de Còrdoba los llene de bendiciones. Orlando Santibáñez se habìa casado nada menos que con la sobrina de “Manolete”.


Los contratos siguieron, las corridas se sucedieron una tras otra, pero los percances y el susurro frio de la muerte llegaron a sus oìdos varias veces, en varias ocasiones recibiò feroces cornadas en sus extremidades y el tòrax, pero ello no arredrò a nuestro valiente paisano, inclusò me mostrò orgulloso las huellas que dejaron esos toros malhadados que osaron penetrar las carnes de este valeroso torero acobambino . En sus manos emocionadas pude ver tambièn ese codiciado premio que recibe un torero en España “La Oreja de Oro”, de la ciudad española de La Tienta, lo cual hacìa acrecentar mi admiración por este ilustre personaje.
De su estadìa en Còrdoba tambièn recuerda haber conocido a Doña Angustias Sanchez, madre del extinto “manolete”, dama que cuando naciò, sus padres presagiaban muchos sufrimientos y no fue para menos muy tempranamente perdìo a su primer esposo Rafael Molina, torero llamado “Lagartijo Chico”torero que alcanzò cierta notoriedad pero falleciò vìctima de una enfermedad incurable en esos tiempos, y luego se casò con otro torero que a la postre serìa el padre de “Manolete” , es decir con Manuel Rodríguez Sanchez tambièn llamado “Manolete”, este torero tambièn muriò aquejado por una enfermedad intratable, falleciendo cuando Manolete aùn bordeaba los 6 años de edad.
Cuando Orlando Santibáñez conoce a Doña Angustias, por ser ya miembro de la famosa Familia Rodríguez, esta ilustre dama lo recibiò con mucha cordialidad y hospitalidad brindadole todo su aprecio y cariño que una mujer que conoce el sufrimiento de un torero puede tener. Recordò que doña Angustias una vez le regalò uno de los trajes de luces de “Manolete”, bello traje de color Azul Marino y oro, que lo usò en muchas tardes de triunfos. Asimismo los integrantes de su cuadrilla, fueron, gracias a la gestión y apoyo de su suegro “Palitos”, los mismos subalternos que acompañaron a “Manolete” en su apoteòsica carrera hasta que lo alcanzò el rostro oscuro de la muerte, ellos eran Rafael Saco “Cantimplas”, Josè Saco “Niño de Dios” y Fernando Saco “Fernandi”, es decir la cuadrilla de lujo que acompañò a manolete en tantas tardes de triunfos fue nada menos que la cuadrilla de Orlando Santibáñez. Este hecho lo verifique al ver un cartel de la época que don Orlando me mostró.
Una Tarde que recuerda emocionadamente fue la del del 3 de Junio de 1962 donde
toreò en la ciudad de Almerìa, al sud este de Andalucía, con toros de Romàn Sorondo de Andujar , Alternando con el Español Amado Ordoñez y el Colombiano Miguel Càrdenas, corrida donde Don orlando habìa prometido ganar a sus alternantes, sonò el clarín que iniciaba el paseìllo, los tres toreros caminaron garbosos por la arena de esa ciudad española (en la foto adjunta se le aprecia a Dn Orlando a la izquierda y desmonterado ).


Era una tarde donde palpitaba la emoción y embrujo que cada corrida tiene, sonó el clarín anunciando la salida del toro, un toro negro, impresionante, saltò al ruedo, Orlando recibiò a su oponente con sendas verónicas a pie juntos, enardeciendo a los espectadores, cerrando el saludo capotero con una bella belmontina, luego de la pica de rigor, se dispuso a hacer los respectivos quites, es en esta parte de la corrida, cuando Orlando lucìa toda su habilidad y esplendor torero en majestuosos lances con el capote, cuando fue prendido por este toro (conforme leì en un recorte periodìstico que Don Orlando me mostrò), sufriendo una terrible cornada en el Tòrax que casi le cuesta la vida, cayendo en la arena con ese rostro de dolor y de rabia, por ese triunfo que se le escurrìa de las manos, hecho que lo conminò a no ser ya el mismo, obligàndolo este hecho lamentable al retirò de los toros, sin embargo Orlando decìa “Yo he venido a morir en el ruedo, nada serà mejor para mì que ofrendar mi corazòn en la arena”. Dios con su infinita misericordia, quiso que Don Orlando se recuperara de sus lesiones, y permaneciera con nosotros para contarnos de sus hazañas. Orlando tuvo el valor y recuerdo triste de mostrarme la punta de los pitones de ese toro malhadado, con restos de su sangre impregnados en uno de ellos.
Recordó también que en las inmediaciones de la Plaza de Las Ventas en Madrid, habìan cafeterìas donde los toreros afamados acudìan a las interesantes tertulias taurinas, en varias ocasiones llegando a cruzar palabras con el mismìsimo Pasmo de Triana, el Celebèrrimo Juan Belmonte, y cuando me cuenta este episodio interesante en la vida del maestro, sus ojos ya no pudieron ocultar sus làgrimas y le parecìa un sueño haber podido conocer en persona a este genio del toreo, y que le haya recomendado en su hablar español neto: “Mira chavalillo, Para triunfar en los toros, se necesita valor, mucho valor, talento y un poquitìn de buena suerte”, poco tiempo después Juan Belmonte perderìa la vida trágicamente, ya retirado del toreo.


Muchos acaso lean escèpticos mi escrito, pero la verdad es una sola, incluso mi maestro de Cirugìa el Dr. Andrès Leòn Martìnez jefe de la Enfermerìa de la Plaza de Acho, no lo creìa , cuando le charlaba en su còmoda sala de su residencia en San Isidro, hasta que resuelto fue a sacar de su extensa biblioteca taurina la Biblia del Toreo, es decir esos voluminosos tratados Tècnico Històricos de “El Cossìo”, y cuando buscamos el volumen donde figuran los nombres de todos los toreros notables que torearon en España encontramos el nombre de Orlando Abraham Santibáñez Fernandez, mejor conocido como “Orlando Gaona”.(en la vista el Famoso Tratado Técnico Histórico de LOS TOROS, de José María Cossío, Vlomune 5, página 948, donde justamente figura el nombre de Orlando Gaona)

 Con todo ello ya no dejaba ninguna duda de la gran performance que tuvo este paisano nuestro en los ruedos españoles, con lo que demostraba al mundo y sobre todo a nosotros como compatriotas de Orlando santibañez “Orlando Gaona”, que querer es poder, y queda como ejemplo para las juventudes de nuestra región y patria entera, que los sueños pueden hacerse reales, con perseverancia, tesòn y talento en cualquier lugar del mundo.
Han sido varias las reuniones que sostuve con este gran personaje, algunas veces matizados con un buen vino y siempre hablando de esa gran pasiòn nuestra “Los Toros”, le obsequiè varios pasodobles sobre todo los mexicanos, que le gustaban tanto, y sus ojillos brillaban cuando me hablaba de España, tierra de su esposa Fuensanta y sus cuatro hijos, pero por razones que nunca le preguntè, el seguìa viviendo en Acobamba.
Tal es esta increíble historia de un Acobambino como ninguno, que desafiò dia a dìa a la muerte, a lo imposible , a los sueños a las viscisitudes de las que muchas veces saliò triunfante, hasta que un acìago dìa de enero, ese toro negro de la muerte pudo mas y Orlando partiò a las latitudes excelsas de los cielos para reencontrarse con sus amigos y triunfar en la eternidad, sus restos yacen en el cementerio de Acobamba.
Hasta siempre amigo Orlando, y estoy seguro que esa frase taurina que se dice antes del inicio de toda corrida “¡¡¡Que Dios reparta suerte!!!”, resonarà como nunca en tus oìdos, esta vez al lado de nuestro creador.